20 sept 2009

ANGOL DE LOS CONFINES


El Picoiquén y el Rehue
se abrazan en el centro de Angol
y en su diálogo claro-turbio
cuentan la historia de la ciudad:
más cuatro veces centenaria,
seis veces destruida,
siete veces construida.

El mapuche defendió su tierra
a lanza, malón y grito
y el español volvió y volvió
en su empeño de sangre y siglos.

El colono,
con la esperanza y su trabajo,
vino a multiplicar las semillas
a esta tierra prometida.

Nahuelbuta te refugia
a sus pies
y la araucaria milenaria
te mira desde lo alto
y en su almanaque
registra toda tu historia

Lenta, callada, te arrinconas
en el tiempo
y yo quiero despertarte
con fabricas, con trabajos
y con usinas.

Y en mis sueños
te veo oscurecer,
se ennegrecen los árboles,
las calles y las flores
y en el rostro de los niños
se ve el negro de los ollines.

Y entonces, te prefiero
callada, te prefiero lenta,
te prefiero hermosa y bella
como eres, mi Angol de los confines.

Autor: Oscar Castro Araya.
Fotografia: Carlos Iván Rocuant Guzmán“Asia, entre lluvia y telaraña”

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