27 oct 2009

HERNAN TRISANO.



VERDADERO FUNDADOR DE LA POLICIA ANGOLINA.
Recordemos que Angol desde su fundación y por muchos años tuvo una preponderancia militar, un régimen estricto del cual recogimos un comentario a mediados de la decada de 1860, el diario penquista “La Tarántula”: “La sociedad se puede decir que aquí esta dividida en clases, puesto que se compone de empleados, de militares y de paisanos, estando de parte de los primeros el favoritismo y las consideraciones, y de parte de los últimos la abyección. Así vemos que estos últimos son detenidos o encarcelados, a la menor queja, al menor murmullo, al menor choque, mientras que aquellos gozan de todas las inmunidades consiguientes de su estado. La igualdad es una palabra escrita en el Código Fundamental pero no tiene aplicación ninguna en la práctica, no puede tenerla desde que la autoridad comete y consiente aquellas injusticias. Siempre por lo jeneral, militares los que han gozado, sin ninguna idea de lo que es administración civil, militar es también el réjimen que le han impreso a la Frontera; es decir, un réjimen despótico, odioso, desprestijiado y el menos aparente para las circunstancias.”
Esta critica si bien era de tinte político hacia los funcionarios fronterizos pues “La Tarántula” representaba al oficialismo, nos refleja la realidad que se vivía en el Angol del siglo XIX; y que no era tan diferente a la de los fundos que rodeaban nuestra ciudad, pero en este caso los abusos eran aplicados por la policia. En este mismo sentido va la critica del periódico de Los Angeles “El Meteoro”, en su articulo del año 1868 titulado Angol “Cosas de por acá” nos dice “... Si es un poblador urbano y desea levantar una pequeña casita ve a un labrador contrata con él la madera i (esto sucede a menudo) cuando este entra con ella al pueblo se le aparece un ingeniero, un empleado subalterno o un policial y de dice traiga U. acá esa madera, pertenece al Gobierno.- No señor si es de don Fulano, contesta el pobre.- No importa el Gobierno es preferido i hai que descargar.” Este régimen estricto se deriva de los esfuerzos por establecer la civilización en un área de tensión, muchas veces se atropellaban los derechos civiles. Esta costumbre gubernativa local se hizo extensiva al cuerpo policial, en un proceso opresivo que continua en gran parte del siglo XIX. Los analisis de las causas criminales de la epoca, tambien confirman esta tendencia, asi se lee en uno de ellas: “El comandante de policía me atormento de diversas maneras para que me declarase responsable de las heridas de Clemente Cid. En una noche me hizo colgar de los brazos teniendo estos atados por la espalda i después me hizo aplicar varios azotes.” Parece que la tendencia de los hechos desmedidos por parte de los policías era desencadenada ante la negación de un delito, y los tormentos comunes para lograr la confesión.
Otras ocaciones la policía acometía lisa y llanamente contra la población civil, como en el siguiente caso, nos relata “Benjamín Roa vecino de esta ciudad a Us. Con todo respeto espongo que he sido victima de las más inhumanas flagelaciones que pudieran diseñarse en un pueblo civilizado como el que habitamos por el comandante de la policía urbana señor N. Echevarria i sus subordinados... Anoche como a las 11 AM encontrándome en el pueblo Villa – Alegre me valí de un señor Muñoz para que mandara dejarme a casa por la hora avanzada i temía ser despojado, en consecuencia se valió de dos policiales para que me condujesen a casa, quienes cumpliendo con el encargo ya dicho, me despojaron en todo el trayecto de una cartera con dinero (46 $) i sin valerse de pretesto conocido sino del que les inspiro la idea a los celosos guardianes del orden publico me flagelaban vil y traidoramente dándome de sablazos en el trayecto de mi salida hasta el cuartel de policía despojándome además de la cartera, de mi paleto, sombrero i bastón, toda la noche la pase encerrado en un calabozo en unión de un sin número de muchachos detenidos que allí se encontraban haciendo así experimentar los más incalificables tormentos moral i materialmente. Hoy en la mañana Us. Cuando el señor comandante le dio la gana me saco a su presencia i habiéndome hecho al que suscribe relaciones del gravísimo hecho que había sido victima por sus subalternos sin ningún antecedente me asesta de golpes hasta derrumbarme en tierra, don Vicente Echavarria, me apostrofo llamándome bruto, salvaje, perro, etc. i me dio de bofetadas, teniendo lugar cuando yo estaba preso por la policía, dejándome luego en libertad cuando me vio bañado de sangre.”
Entre las causas de estas conductas se pueden mencionar que la policía se hallaba en el mismo nivel que sus detenidos. Inclusive en sus comandantes, la corrupción se mantenía a mediados de la decada de 1880, al respecto leemos los reclamos estampados por la gacetilla de “El Eco del Sur”, acerca de los policiales de la cárcel que “Durante el día se deja salir a la calle con un custodia a algún detenido con negocio de zuecas i riendas, etc, etc, los que por lo general, a su vuelta llevan licores con que matan, en unión de los reclutas i guardianes, el fastidio de sus pesadas horas de cautiverio unos, i de fatigosa i monótona vigilancia el otro.” Nos comunica un periódico local que “Los policiales cada día más siguen abusando de su puerta. Sin miramiento alguno que valga, atropellan i estropean a las personas. Se han constituido en verdaderos sátrapas. Los individuos del pueblo son conducidos al cuartel de policía a fuerza de garrotazos, trompadas i puntapiés; de modo que hiere la moralidad publica. Uno de los individuos que habría sido tomado preso por ebrio, atravesaba la población entrada las oraciones, dando desaforados gritos, anunciando que los policiales lo hacían marchar a carrascazos i bofetones; i así era la verdad. En días de fiesta no es raro tampoco encontrar ebrios a los mismos guardianes i de aquí el orijen que con frecuencia traban encarnizadas riña con los transeúntes en las calles más centrales de la población, como hemos observado varias veces” Es en la prensa, donde se advierte el reclamo de la clase política, un reclamo que no solo iba contra la clase popular, sino que se dirigía hacia los instrumentos que tenían para controlarlos. Nuestra tesis parece ser correcta en todo lo que, habida cuenta que los sujetos instrumentos para poner orden y moralizar a la clase popular se habían corrompido, se habían contagiado de su inmoralidad. De manera tal que en su afán de aleccionar a la población mestiza, los policías se habían rebajados al nivel de desenfreno de sus subordinados.
En este estado de cosas, hace su aparición primera en Angol don Pedro Hernan Trisano Avezzana, militar nacido en territorio chileno, formado en Europa, había combatido en Chipre, China, Rusia, Argentina, Paraguay, la Guerra del Pacifico; y de simple soldado en 1879 alcanzo el grado de alférez en el ejercito por sus destacados servicios. Fue nombrado el 22 de enero de 1885 parte del regimiento Husares de Angol, y se le había encomendando servicios en la Frontera que como hemos visto era un caos. La capacidad de líder que Trisano poseía, su diestro manejo de las armas, su inteligencia suspicaz, le iban a permitir, no solo derrotar al bandolerismo de la Araucania, sino MORALIZAR, la policía angolina.
Esta reflexión es el resultado de incontables horas de estudio, análisis de la prensa y las causas criminales de la época; hemos visto el caos que reinaba en Angol antes de la llegada de Trisano; la escasa preparación de la policía, para muestra solo un boton: sus comandantes encargados de redactar los partes policiales en las causas criminales eran cuasi analfabetos, se aprecia problemas de redacción y de ortografía. Los partes de Trisano en cambio muestran un perfecto uso del vocabulario, ortografía, redacción, y lo que es mas importante una indagación meticulosa en esclarecer los hechos criminales, que no era nada usual para su época, al menos en Angol.
  • 1º En los casos que debía investigar le interesaba saber antecedentes de los sujetos acusados, antecedentes que el ya manejaba o que preguntaba; todo era profusamente anotado en sus partes; en su labor de Comandante de la Policía Rural y la Policía Urbana de Seguridad respectivamente, nos entrega valiosas descripciones, “En la calle Boroa de esta ciudad se aprendió por sospechoso a Clodomiro Conejeros presunto desertor del regimiento de cazadores a caballo e individuo de pésima fama i antecedentes malos pues se le consideraba como compañero de Jertrudio Rodríguez, Nolasco Zambrano i otros forajidos más que han perpetrado en este departamento i los vecinos varios delitos i crímenes...
  • 2º Persiguió a los malos o falsos policías, debido al bandalaje que asolaba los campos, muchos eran ungidos por la autoridad como inspectores, una suerte de alguaciles que tenían la facultad para apresar a sujetos sorprendidos por delitos flagrantes tales como salteos y abigeatos. Sin embargo, en muchos casos tal condición de inspector era una ficción o bien se aprovechaba ese poder, Trisano nos cuenta: “Que he oído decir que Neira es inspector del lugar aunque no le consta la efectividad de los abusos cometidos en el desempeño de sus funciones... vecinos respetables le han informado que Neira imponía con frecuencia multas por cualquier motivo o castigaba a los pobres obligándolos a trabajar a beneficio suyo."
Los defectos más marcados en las poblaciones fronterizas, como lo consignan las criticas era la escasez policial, nos informa “El Eco del Sur” que si bien “la tranquilizadora noticia de que habían transcurrido tres o cuatro días sin que se oyera decir de ningún robo o salteo tan frecuentes en esta población, lo que hacía suponer que esa maldita plaga de facinerosos que con tanto descaro i cinismo robaban i salteaban impunemente donde querían i a cualquiera hora de la noche... se habían dado por satisfechos con el valioso producto de los innumerables robos que con tan feliz éxito efectuaban noche a noche, sin que la policía (Q.E.P.D.) tuviera conocimiento de lo ocurrido en la noche sino al día siguiente...”.Del mismo tono en “El Colono” encontramos muchas notas como esta: “... nuestra policía urbana... es tan reducida que apenas cuenta con treinta pacos; de estos tres se ocupan de carretoneros, tres que por lo regular deben considerarse enfermos o en otros quehaceres, quedan solo veinte i cuatro para el servicio incluyendo el sarjento i cabo... teniendo en cuenta que esta fuerza tiene que dividirse en tres turnos, resulta que apenas custodian a la población SIETE POLICIALES.”
La escasez de policías se mantuvo hacia la década de 1880, por esa época se quejaban los diarios que “Una nube de hijos de caco se nos ha venido encima como manga de langostas i casi no hai noche que no se oiga decir en la población que ha habido un robo. Los cuatro policiales de que se puede disponer para el cuidado de la población permanecen de pie i con un ojo abierto mientras comprenden que pueden ser vigilados por sus jefes."
La llegada de Trisano acabo tambien con la escasez policial, su liderazgo y experiencia le valió rodearse de un seLecto grupo de hombres, los cuales sabia volcar a su favor mediante el uso de la prensa donde destacaba el valor de sus subalternos. Muchas de sus historias estan estampadas en la prensa de la época El Colono de Angol, fechado el 1º de enero de 1887, comenta "el intrépido y activo oficial don Hernan Trisano jefe de la policía rural, ha dado una prueba de sus dotes extraordinarias que tiene para desempeñar este empleo. Desde que se supo lo ocurrido en casa del señor Biffoli, la autoridad recomendó al alférez de nuestra referencia, procurar averiguar el paradero de los bandidos y los persiguiera hasta conseguir capturarlos. Nuestro héroe no descanso hasta obtener datos positivos, y cuando se encaminaba al monte las diucas en cuya quebrada sabia que se alojaban con su botín Manuel Serrano, bandido de mucha fama venido del norte y Alvarito Muñoz, celebre también por sus hazañas en el sur y antiguo soldado del batallón cívico de Chillan, los diviso que venían por el camino extraviado en dirección a la estación y con el objeto según confesaron después, de embarcar algunos efectos en el tren de carga que debía partir a las tres de la mañana. Ambos al intimarseles que se acercaran no hicieron caso y se pusieron en fuga por un trayecto en el cual no podían avanzar mucho los caballos, hubo pues que asustarlos con algunos tiros al aire mas no pudiendo conseguirse que se detuvieran, se les apunto con tal certeza que el primero de ellos perdió la existencia y el segundo se encuentra herido en el cuartel de policía. Otro de los compañeros de estos salteadores logro escaparse en el tren de carga, pero debido a la viveza de Trisano y auxiliado por el jefe de la estación señor Benitez, pudieron conseguir avisando por telégrafo que el oficial enviado por el expreso lo capturase en la estación de Diuquin. De todo lo expuesto resulta que el oficial Trisano es un servidor de la nación muy merecedor a ser bien recompensado y a robustecer mas y mas las consideraciones que le dispensa este vecindario..."
El Colono fechado en 1887, nos cementa "la policía ha recibido un nuevo uniforme mediante el celo que por ella despliega su comandante. El uniforme no solo es bueno, sino elegante. Ahora nuestros policiales no presentan el aspecto hasta repugnante que anteriormente tenían, pues mas parecían labriegos que guardianes del orden publico, la gente que compone hoy la policía es moral y de buena presencia"
Estos son algunos de los aportes mas valiosos de Trisano a nuestra ciudad, moralizar nuestra policía, cuando migro a en 1890, dejo en su lugar de comandante de policía a Fabriciano Marin, que tenia igual dotes de mando y pericia. La prensa de la época, así lo dejo escrito para la posteridad Desde que fue de dominio publico la seria y enérgica cruzada que se ha emprendido contra el bandolerismo en esta provincia, han cesado como por encanto los asesinatos y salteos a mano armada en nuestros desamparados campos...” Inclusive reinaba cierto optimismo entre los medios escritos “... si bien es verdad que acontecen desordenes en algunos barrios y ciertos días de la semana vive la gente tranquila en relación a otros pueblos.” Estos otros pueblos son sin duda las recién fundadas poblaciones fronterizas, a ellas les correspondería ahora experimentar la furia del bandidaje.