Un año 2013 que se nos va y otro año que llega,
y son mas y mas los recuerdos y vivencias que va atesorando la ciudad de Angol
de Los Confines, y es a propósito de estos recuerdos que queremos traer a la
memoria a esas antiguas góndolas olvidadas…
Góndola era el nombre que
recibían los antiguos taxi buses que
pululaban las calles del Chile del siglo pasado, y Angol por cierto no escapaba
a esta realidad. Del antiguo sistema de Carruajes que fue mermando a fines de la década del 30´, fue reemplazado por Taxis modelos Ford,
aparecen los taxi buses, a principios de la década del 40´. Las Góndolas llegaron
con su trajín a revolucionar la tranquilidad provinciana de Angol. La primera
micro que recorrió la ciudad fue un armatoste con “motor, bocina, seis puertas
y un asiento” a decir de sus usuarios. Promediando la mitad del siglo veinte
existían en Angol 4 góndolas, que eran objeto de múltiples quejas ya sea por
iniciar sus recorridos a media mañana, o por sus locas carreras en pos de
pasajeros lo cual creaba largos intervalos sin locomoción, o por sus eternas
esperas en la Plaza de Armas... Los primeros recorridos eran Santa Ana – Vergel
con un promedio de cuatro panas de gomas y otras tantas de motor antes de
llegar a destino.
Las Góndolas angolinas, ya fuese
por la admiración o sarcasmo popular hacia ese cacharro de fierros
desvencijados, de bus santiaguino venido a menos, eran inevitablemente
bautizadas. Así la devoción popular decantaba en recordados nombres: De las
primeras cómo no recordar la micro RASPA de color azul desaliñado propiedad de
don Germán Muñoz, debió su nombre por ir dejando una sonajera de latas y
fierros viejos capaz de hacer resucitar a un difunto. Otra góndola precursora fue la ÑATA nombre
derivado de su forma y algunos se aventuran a decir que su dueño era una mujer,
de ahí el nombre. Legendaria fue también LA COGOTERA, de mediados de los 60’
una micro de color indefinible, asientos desmembrados, goteras y pololeos
vergelianos; propiedad de la Familia
Aravena, la conducía el Sr. Castillo un tipo que parecía actor mexicano, con su
auxiliar el recordado Víctor Manríquez “cacaruca”. Lo de Cogotera provenía de
su recorrido que comenzaba en el Cañón – Centro – Guacolda – Vergel,
concretamente de su paso por Guacolda, según el dicho popular por aquellos
lares y en aquella época “cogoteaban”, refiriéndose al asalto de desprevenidos
parroquianos. Esta última góndola de gran recuerdo fue objeto de una cueca,
compuesta en su honor por el angolino Wilson Arroyo, y aun es recuerdo de varias generaciones. Es la evocación a esas góndolas olvidadas,
pero que sin embargo en vísperas de un nuevo año, se mantienen vivas en la
memoria y en el transitar de taxis buses contemporáneos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario