Con ese singular nombre se
designaban antiguamente los lugares donde se ejercía la prostitución, que es según el dicho, “la profesión más
antigua del mundo”. Pero ¿cómo se regulaba este oficio hace un siglo atrás en nuestra ciudad? ¿Cuáles eran
sus consecuencias sociales y económicas?
En Angol proliferaron ciertos
barrios rojos, tales como Chillancito y Coñuñuco en los cuales existían dos
tipos de locales: las Casas de Tolerancia, pariente lejano de las antiguas
chinganas, eran lupanares subidos de tono donde se podía ir a escuchar cantar,
tocar guitarra y en la cual habían muchachas a disposición de los parroquianos
para ejercer la prostitución; las Casas de Citas eran locales similares a los
cuales se podía ir en pareja a “echar su cana al aire, ancestros de los
actuales moteles, de citas tenían solo
la fachada . También se ejercía la prostitución clandestina en múltiples casas
particulares en barrios como el Cañón, cerca de la Plaza Bunster, en calle
Artesanos, o en el Barrio Estación.
La práctica de la prostitución, especialmente
la clandestina había sido la responsable de la aparición de enfermedades de trasmisión
sexual o de profilaxis social o enfermedades secretas como se les denominaba en
la época. La sífilis y la gonorrea hacían estragos no solo en el bajo pueblo
sino en las familias más pudientes, era una plaga mortífera y en los mejores
casos dejaban secuelas o deformaciones. La plaga se extendía al seno mismo de
las familias al contagiarse la cónyuge y así seguía el círculo vicioso, al no
saber el infectado de su enfermedad sino después de un periodo de semanas o
meses.
Como una forma de controlar la aparición
de estas enfermedades el Municipio desde la década de 1890 tomo parte activa en
el control de las prostitutas. En varios de sus artículos el Reglamento de Policía
de Angol menciona estas medidas: se llevaba un registro de las casas de
tolerancia y de sus inquilinas que debían avisar su cambio de domicilio; las muchachas que ejercían “el libertinaje”
permitido y clandestino debían ser
mayores de 25 años y someterse a una revisión semanal con el médico de la
ciudad quien entregaba un carnet o libreta con los controles, el médico
autorizaba el ejercicio y derivaba a los
prostíbulos, caso contrario las enfermas de derivaban al Hospital. Los locales debían
tener a vista del público una lista con las asiladas y el estado sanitario de
cada una de ellas. También en las piezas de las asiladas, debía estar visible
su carne sanitario con fotografía con fecha y forma del médico. Las multas podían
ir desde aceptar a una prostituta infectada al consumo de alcohol en sus
dependencias. Los prostíbulos no podían ubicarse a menos de 200 meros de
Escuelas y Templos, sus puertas se abrían solo durante la noche, la mujeres no podían
instalarse en sus ventanas o balcones, ni provocar o incitar a los transeúntes.
En la prensa de 1901 los Padres
de familia se quejaban “ por el
incremento que toman diariamente nuestros pueblos las casas de tolerancia,
pasando a salir años atrás a un reglamento es todo marchaba perfectamente. No
se escandalizaba al público ni a los vecinos con desórdenes, gritos ni
espectáculos groseros, como sucede actualmente. Varias de dichas casas están
ahora situadas en el centro de la población, y lo que es más doloroso todavía la
prostitución está propagando con tan
asombrosa rapidez que puede decirse que se ha establecido en todas partes. Así,
no es extraño presenciar diariamente en todas partes, escenas que están en pugna
con la moral y la decencia, que acarrean los grandes males, que son la causa de
infinitas desgracias que ocurren en el seno de ordenadas familias. No habrán
pasado desapercibidos para usted Sr. Director, los gritos y desórdenes que
forman por las calles de la población las corrompidas moradoras de estas casas,
los días domingos o festivos, cuando de vuelta de alguna orgía, vienen
dominadas por el Dios Baco, de a pie o en coche. Cuando lo hacen de esta manera
recorren las calles al son de guitarra, gritando y cantando canciones que
escandalizan a cuanta persona tiene la desgracia de oírlas. Ojalá que la
Ilustre Municipalidad tome el acuerdo de implantar nuevamente el antiguo
reglamentos de casas de tolerancia que desempeñaba tan útiles beneficios.”
Años más tarde la prensa nos volvia a recordar “ noche a noche, en
distintos puntos de la ciudad, puede verse lo que indicaba en casas denominadas
de remoliendas o presuntuosamente particulares, cuyos dueños, negociantes de
vinos y licores, arman estas jaranas para extender con facilidad;
importándoles una colilla de mal cigarro
que los vecinos pacíficos en esos barrios duerman o no duerman, interrumpidos
en reposo por la bullanga que allí hacen las cantoras con las cuecas y con los
gritos de los que la animan en medio, siempre, de borrachera espantosa.”
“En 1903 se anunciaba que noche
a noche, y hasta en pleno día dar entrada a los lupanares, no sólo adultos,
sino también a muchachos licenciosos que burlan
la vigilancia de sus familias o apoderados. Al tener conocimiento de
estos hechos, que nos revelan el grado de relajación que van llegando estos
desgraciados jóvenes, hemos sabido también el propósito firme de la prefectura
de policía de vigilar sin descanso aquellas casas de prostitución, poniendo a disposición
de la justicia a sus dueños y a los precoces visitantes sorprendidos
infraganti.”
Al año siguiente“[1]con
un decreto del día trece de sep de 1905 la ilustre municipalidad teniendo
presente el acuerdo municipal del 21 de junio de 1904 y lo dispuesto en
artículo quince este reglamento de las casas de tolerancia, decreto en
notifiqué el por la policía seguridad a las personas que acreditan casas de
tolerancia para que en el plazo de quince días se traslade al barrio de villa
hermosa, en las calles de Chacabuco con Rancagua, bajo apercibimiento de 20
pesos de multa inspector la sala con las fuerzas públicas”
En la década del 20´ el aumento
de la prostitución era evidente, era común ver paseándose por las calles del
centro autos llenos de prostitutas.
En 1946 se planteaba “al mismo tiempo existen casas de esta
especie que funcionan en forma clandestina, y estas son las que mayor mal
imprimen al estado sanitario de un pueblo desde el momento que allí no llega el
control sanitario de las autoridades, porque como no pagan patente y hacen su
negocio ocultamente, solo conocen estos establecimientos los que allí visitan
con un pretexto cualquiera. En Angol, como en todas partes, existen casas que
las califican como casa de citas pero en donde se desarrollan los hechos casi
en las mismas condiciones que en las que funcionan públicamente: hay
licores, mujeres, posiblemente juegos,
faltando únicamente la música bulliciosa que delataría estas funciones. Algunos
paseos que se hicieran a hora conveniente por Avenida Agricultura y otras
calles por ahí podrían dar la clave de la existencia de estos negocios
clandestinos, favorecidos por ciertas personas de ciertos reales”.
Un importante decreto alcaldicio
en esta materia se promulgó el año 1950 evacuó las casas de prostitución
establecidas en el centro de Angol, a saber las que existían en calle
Chorrillos, entre Covadonga y Jarpa; y las que habían en calle Colipi entre
Chorrillos y Julio Sepúlveda, debiendo cambiarse a un sitio especial destinado
para ello entre las calle de Freire y Molina, Carrera e Industria. Por esa
época se criticó esta medida pues los clientes de estos locales pasarían desde
la seguridad que brindaba el centro de la ciudad hacia el peligro de la
periferia, con menos resguardo policial y más lumpen, ya que quedarían ubicadas en la entrada Norte
de Angol, donde comenzaba el pueblo.
Con el tiempo se logró disminuir
los lupanares clandestinos, promoviéndose el control Municipal
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