Existen muchas formas de ejercer
la filantropía, término que proviene del griego “philos” (amor) y “antropo“(hombre),
definiéndose como el amor al género humano y a todo lo que la humanidad
respecta, particularmente en una forma constructiva expresada en la ayuda
desinteresada a los demás. Muchas han sido las personas que han practicado la
filantropía a lo largo de nuestra historia local, hoy recordamos a uno
ejemplar: “el médico de los pobres”.
Don José Gustavo Mauricio
Heyermann Torres, ganó este sobrenombre debido a sus increíbles dotes de
generosidad y altruismo. Había nacido en Santiago un 10 de enero de 1903,
realizando sus estudios en el Verbo Divino, titulándose posteriormente en la
Universidad de Chile como médico cirujano el año 1928. Como anécdota cabe
destacar su afición por el boxeo durante su vida universitaria, deporte que lo
llevaría a ser Campeón Nacional de la liga Universitaria.
Sus lazos con la ciudad de Angol
comienzan en su adolescencia al mantener un romance con la dama angolina Leonie
Emilia Cortes Sepúlveda, con quien contrae matrimonio en 1929. Posteriormente a
la muerte de su suegro José Olegario Cortes S. en 1934, se hace cargo del Fundo
“Maitenrehue”. Este filántropo por excelencia en múltiples ocasiones atendía
sin costo a sus pacientes más necesitados, inclusive visitándolos en sus
hogares sin importar el día ni la hora, “Don Maura” como cariñosamente le apodo
el pueblo, supo ganarse su cariño y su respeto.
Su roce social también le
permitió participar en múltiples instituciones angolinas, siendo miembro
destacado del Club Aéreo, la Cruz Roja, el Club de Rodeo, el Club de Leones, el
Hogar de Ancianos. Fue elegido reelegido en varias oportunidades como Regidor.
El ámbito histórico también supo de su entrega, fue él quien el año 1962,
para conmemoración del Centenario
de la última fundación de Angol, organizó y recreó junto al Club de Huasos y el
Regimiento Húsares la última expedición fundadora, haciendo la ruta de
Nacimiento a Angol. Fue declarado Hijo Ilustre de Angol el año 1975. Fallece en
su hogar de Covadonga con Chorrillos un 21 de enero de 1976, dejando
descendencia. El Hospital de Angol lleva su nombre en justo reconocimiento a su
labor. Es el recuerdo para un hombre que
sobrepasó el ámbito de su profesión dejando una huella imborrable de su paso
por esta ciudad que supo acogerlo, y don Mauricio Heyermann Torres supo también responder sobre todo a través de su ayuda
desinteresada a los demás.
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