Desde tiempos inmemoriales sepa Ud. El ser humano ha
practicado la xenofobia, término que hace referencia a un miedo hacia el
forastero, un prejuicio arraigado en el individuo y en la sociedad que se
manifiesta en su forma más leve con la indiferencia, la falta de empatía hacia
el afuerino, llegando en los casos más extremos a la agresión física. Este
fenómeno de la xenofobia tiene sus orígenes en la Grecia Clásica, en ciertos
escritos platónicos en donde se sobrevalora a “la polis”, a la propia cultura
en menoscabo de las demás.
Este es un fenómeno que a nuestra ciudad de Angol no le es
ajeno, y al contrario de lo que podría pensarse, es una práctica casi
cotidiana. Muchos ilustres ciudadanos han sido objeto de xenofobia en algún
momento de su estadía en nuestra bella ciudad... Típicos son los comentarios:
“Este tal por cual se las viene a dar aquí y no es ni nacido acá” o “ese gallo
viene a puro ganar plata…”, o “Este señor no tiene la estirpe de los Fundadores
de la ciudad”. Xenofobia puede considerarse también la costumbre inveterada de
la prosapia los apellidos, mientras más abolengo y prestigio tenga su apellido,
nada le costara entrar en los íntimos círculos sociales angolinos.
La xenofobia, sin embargo, es un mal pasajero, un mal que se extingue
casi siempre con la muerte del afectado. Claro la muerte santifica y obra cual
bálsamo que ensalza las obras de aquellos que no tuvieron la suerte de nacer en
la mítica ciudad de Los Confines. Ahora veamos algunos ejemplos y me encontrara
Ud. La razón: El destacado Doctor Mauricio Heyermann Torres nacido en Santiago
y radicado en Angol hacia los 26 años de edad, pese a ser un filántropo y
excelente profesional, era la comidilla preferida de algunos que criticaban su
licenciosa vida privada… Otro caso es el Norteamericano Dilmann Bullock
Agrónomo y arqueólogo autodidacta, descubridor de la Cultura Cofqueche, no
faltaron quienes comentaron “que tal teoría era una falacia, un invento del
gringo nomas….” Relegando a Bullock al estrecho círculo de científicos
santiaguinos. Otro caso es José Elías Bolívar, profesor, poeta y editor, una
lumbrera cultural como pocas han llegado a Angol, ante la solidez de su obra,
no faltaron quienes alzaron la voz cuestionando sus “preferencias sexuales”… La
lista es interminable si nos vamos al ámbito político, literario, comercial,
etc. Solo con la muerte, “la deuda que todo hombre paga”, se vanaglorian las
obras del difunto, aparecen monumentos, calles, nombramientos póstumos de
aquello y esto otro. Parece que la xenofobia, uno de nuestros defectos más
severos e intocados, “un secreto a voces” dirían algunos, un tabú cotidiano nos impide alcanzar el tan
ansiado Progreso. Es hora de que veamos los claros aportes de los “afuerinos” y
hagamos de esta ciudad el orgullo de la Araucanía.
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